martes, 9 de febrero de 2016

Comenzamos un curso bajo el signo de la Misericordia

Comenzamos un nuevo año escolar, un año marcado por nuevos retos y nuevas exigencias que han de llevarnos a alcanzar metas mayores que las alcanzadas hasta hoy.

Esta no es una frase hecha, algo que siempre se dice al iniciar el curso. Esto, para este año 2016 se debe hacer realidad en nosotros de una forma especial. Este año, por voluntad del Papa, ha sido declarado el Año de la misericordia. un año jubilar extraordinario en el que toda la Iglesia está convocada a vivir y a transmitir la Misericordia de Dios.

Estamos convocados a vivir esa Misericordia, a recibirla y también a transmitirla. Es por eso que en este año estamos llamados a alcanzar metas mayores a las logradas en los años anteriores. Metas que evidencien que hemos recibido la misericordia del Señor y que la hemos transmitido.

Y vivir esa Misericordia exige de nosotros una mayor entrega, una entrega total. La Misericordia de Dios nos alcanzó en la entrega redentora de Jesucristo, quien no se guardó para sí ni una sola gota de su sangre sino que, como nos dice el Apóstol, aprendió sufriendo a obedecer entregándose hasta la muerte de Cruz. Esa es la meta que se nos propone este Año Jubilar: Ser misericordiosos como el Padre. Y para eso debemos ser conscientes de que si bien la misericordia de Dios es gratuita, pues a todo el mundo alcanza, no es barata, pues su precio fue la sangre de Jesucristo que se entregó por nosotros.

Así pues el comienzo del año es el momento para desearnos un buen año, un feliz año jubilar, un gran y exitoso año de la Misericordia. Pero también es el tiempo para exigirnos aquello que podemos dar, todo lo que podemos dar, sin guardarnos algo entre las manos.

Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. Que esa bienaventuranza se haga realidad en nuestra vida para mayor gloria de Dios.

Feliz año, feliz curso 2016.

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